«Una iglesia que no corrige sus errores, problemas y omisiones, y los busca tapar con su silencio y su activismo, es como aquel malherido que se cubre la llaga con una gasa sin antes limpiarla y poner antibiótico en ella. En un tiempo, su herida se infectará, infectará todo su cuerpo, le producirá dolores y fiebre y terminará causándole la muerte. El mismo destino le espera a una iglesia indolente y orgullosa».
—David Franco, «Cristianismo Ficción»
—David Franco, «Cristianismo Ficción»
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